Oh tachenko!!!!
Tu importancia no se mide
por tu éxito deportivo
sino por el recuerdo emotivo
que en mi corazón reside
Fuiste pívot, nunca alero, ...
de técnica andabas falto
pero que cojones ¡eras alto!
y un gran mito ochentero
Tus estatura fue tu aval.
Estando tu bajo el aro
nunca lo veía del todo claro
el acojonado rival.
Demostraste tu entereza
en profusas ocasiones
colocando más tapones
que la industria de cerveza
Fuiste imagen prestigiosa
En Valladolid ciudad
trabajando en publicidad
para los vinos Pedrosa
Tu espeso bigotón
y tu testudíneo halo
te hermanaba con el malo
de la saga de James Bond
Recuerda, Takenko, majo
que aunque la pelota ya no bote
tu nombre llegó a ser el mote
de todo el que fuera bajo.
Fantasía Sensible Exacta
"La `-eta´ de Enriqueta es etrusca" Oswald Spengler, "La decadencia de Occidente"
miércoles, 2 de octubre de 2013
Oda a Bigote Arrocet
Edmundo Arrocet von Lohse
-se llamaba así en realidad-
pasó su infancia en Argentina
y en Chile su pubertad.
De madre vasco alemana
y padre algo catalán
antes que célebre cómico
ejerció de actor galán.
Por si no hubiese ya lío
con su patria y con su origen
en España se hizo pasar
por mejicano aborigen...
Chicho Ibañez Serrador
productor televisivo
hizo de bigote Arrocet
el cómico definitivo.
Si preguntas a tu
madre
de qué conoce a este genio
seguramente dirá
que de su piticlineo.
Sus monólogos empezaban
con un teléfono haciendo ring
al que siempre contestaba
piticlin, piticlin, chapulín.
Bigote Arrocet von Lohse
espíritu que renaciera
en el festival viña del mar
cantando canción ligera.
Se midió con Julio Iglesias
y causó tal sensación
que Bigote Arrocete von Lohse
levantó el galardón.
Bigote Arrocet von Lohse
suscitó gran expectación
con Chiquito de la calzada
en “Aquí llega el condemor”.
.
Una cinta de culto debido
interpretada con tanto arte
que no les quedó más remedio
que rodar la segunda parte.
Gabriela Velasco, exesposa
del objeto de esta canción
en un juzgado le acusa
de bigamia y difamación.
Se casó en Chile con ella,
pero en España fingió ser soltero
para poder casarse también
con la hija de su panadero.
Todos los datos narrados
en estos versos abiertos
os juro por la Wikipedia
que son totalmente ciertos.
lunes, 4 de abril de 2011
La exégesis de los signos
Rumiando sobre el arte contemporáneo, me da por maldecir el brumoso momento de la mentira histórica universal en el que el arte desatendió su originaria artesanía figurativa para transfigurar en ese entresijo de interpretaciones exegéticas sobre la propia obra que constituye el actual arte contemporáneo.
Pienso en esto para mis adentros mientras rememoro el Pálido fuego de Nabokov, esa acertada composición institutora del género artistico-policiaco, en la que el profesor Charles Kinbote, pretendiendo reseñar el largo poema de John Shade mediante un análisis sesudo organizado en un voluminosísimo corpus de notas y un índice comentado con prolijos y entrometidos comentarios, acaba trazando un hilarante y excéntrico autorretrato que desnuda su realidad psíquica más sórdida y desvela la dimensión de su enajenada peligrosidad pública. Si la paranoia es el trasegado estado mental en el que los pensamientos y los miedos propios son atribuidos a elementos externos del individuo (Freud dixit), el profesor Charles Kinbote y la bizarra comparsa de los actuales filósofos postmodernos de cátedra y postín habrían de hallar postrera morada en el psiquiátrico, o justo escarnio en el cadalso.
Y es que la desavenencia entre exégesis y eiségesis estriba en la existencia o no de un método certero de análisis de los signos. El exegeta posee un método, una hermenéutica articulada y precisa para interpretar la realidad, mientras que el eisegeta tan solo se vale de su disposición, su apetencia y su desatado lenguaretismo (en cualquier caso, tanto el uno como el otro transigen al vicio de interpretar el mundo sin interpelarlo). Yo por mi parte, doy por zanjado el análisis exegético de los signos artísticos y mundanos y, al amparo de la hermenéutica del análisis esquizo-paranoico-crítico de La Delicias, suscribo la celebérrima ocurrencia de esta Trimegista pucelana que afirma que "el arte es una cocina", proferencia esta que además de interpretar, interpela.
La hermenéutica exegética interpreta-interpelativa de la pucelana se inscribe dentro de una tradición de brujería oracular que tuvo la destacada militancia de lidia de Cadaqués, la última bruja del Ampurdán, musa daliniana y creadora del método-paranoico-crítico. Se trata de un método espontáneo de conocimiento irracional basado en la objetivación sistemática de las asociaciones e interpretaciones fenomenológicas más delirantes, con la intención de hacer tangiblemente creadoras las ideas más obsesivamente peligrosas. Este método implica abstenerse de ejercer critica racional sobre una primera premisa falaz, de acuerdo con la cual el desarrollo posterior de toda escenificación mental resulte congruente dentro de una lógica delirante de suspensión del juicio.
Niego que este método solo sea una locura encubierta de diletancia y pedantería, y en caso de serlo, estoy en disposición de convenir con Lorca que, en todo caso, no se trata de una locura quijotesca. La locura del Quijote es una locura seca, visionaria, de altiplanície, una locura abstracta. La locura de Lidia es una locura húmeda, suave, llena de gaviotas y langostas, una locura plástica. Don Quijote camina por los aires y Lidia por las orillas del Mediterráneo. Para Alonso Quijano los libros de cavallería son fieles narraciones de justas reales, para Lidia de Cadaqués las tribulaciones reales son solo glosas periodísticas d'Eugeni d'Ors. Para ambos la vida es la exégesis de la propia vida. Alonso Quijano es el cavallero de la triste figura y Lidia de Cadaqués es Teresa la Ben Plantada.
El Quijote es una exégesis propiamente castellana, mientras que Lidia es una visión arquetípica del Empordà. No en vano el Alt Empordà es considerado el "corazón mágico de Catalunya", y la definición no es excesiva atendiendo a un paisaje en el que el viento enloquecedor (capacidad atribuida, no sin razón, al Mistral y a la Tramontana) y la luz, vehículo de toda iluminación, constituyen los dos elementos bajo cuyos dictados transcurre desde milenios la vida en este rincón del mundo. Dalí tenía al Empordà -y con razón- como un paraíso matriarcal: con los pescadores en alta mar, solo quedaban en tierra sus mujeres, desmotivadas y temerosas de noticias terribles; ellas conducían el hogar y administraban el patrimonio familiar. Los cultos clásicos que arraigaron con más vigor fueron femeninos y afrodíticos, apoyados en las creencias del substrato racial originario. Cerca de Port Vendrés -en otro tiempo el Port Veneris, el “puerto de Venus”- existió un santuario a la Venus Pirenaica. En San Pedro de Roda, cenobio situado no lejos de allí, todavía pueden verse las columnas corintias de lo que presumiblemente fuera un templo clásico en honor de Venus Afrodita…
A parte de los condicionamientos climáticos y paisajísticos, existían otras razones para que Lidia gozara de la hermenéutica desde su juventud. Su madre murió en el curso de un incendio que su marido, "el Lidio", fue acusado de provocar. Nada se logró demostrar y al cabo de unos días de calabozo fue puesto en libertad, pero el hombre jamás recuperaría el juicio, "se quedó idiotizado -cuenta Pla- y después de tres días se ahorcó en el sótano de la casa". Lidia había recibido instrucción de su madre para acceder a los secretos de la brujería rural y no tardó en correr el rumor en el pequeño pueblo marinero que ella, mediante un conjuro, había sido la responsable del incendio de la casa y del suicidio de su padre. Estas sospechas se basaban en que lidia había descuidado el cuidado de sus hijos despreciado los lazos familiares por pactos más secretos y sensuales con la justificación de que "La mel és més dolça que la sang". Justificación justipreciada que me recuerda a otra, otrora enunciado con un " Si eu traballo, cánsome. Si cánsome paso frio e si paso frío resfríome. Logo es mellor pasar fame oh"
Dedicaremos una entrada minuciosa sobre Lidia de Cadaqués en una siguiente entrada
lunes, 8 de noviembre de 2010
Sacher-Masoch
Cuánto más le enardecían el culamen más fetén veía el vivir.
Quizá haya sido Gilles Deleuze quien mejor ha sabido realizar una lectura coherente sobre la totalidad de la obra de Leopold von Sacher-Masoch e ilustrar las sutiles implicaciones psicológicas y filosóficas de su proscrita fantasía, desarmando esa monstruosidad terminológica que constituye la demarcación sado-masoquista. Y aunque ciertamente la unión inoperante de estos dos términos antagónicos no hace justicia a ninguna de las dos propuestas literarias, con demasiada premura la dialéctica Freudiana y su figuración de una gran unidad de los principios contrarios ha entendido que basta transfigurar los signos y voltear las pulsiones para obtener Masoch a partir de Sade. Freud, sádico por la pusilanimidad de su inmadurez genital, habría bruñido en las caras de la misma moneda las dos perversiones, intituyendo el sadismo como la fundamental emanación perversa motora (por ser esta de la que él mismo participaba) y relegando el masoquismo a una posición subsidaria en su dialéctica pisoanalítica. Esta trasnochada dialéctica de entidades contrarias resultó muy perjudicial para Masoch, que fue abocado a la simple complementariedad y al injusto olvido que no sufrió jamás Sade.
Un sádico huye con un tresillo
Los sabios de la Edad Media distinguían, con profundidad, dos clases de diabolismo, o dos perversiones fundamentales: una por posesión y la otra por pacto de alianza. Así, el sádico piensa en términos de posesión instituida, y el masoquista, en téminos de alianza contraída. Dado que posesión es la locura propia del sadismo y el pacto, la del masoquismo, no sorprende hayar en Sade una plétora de discursos demostrativos, de comunicaciones, instancias, amonestaciones, advertencias y apercibimientos con estructura institucional, mientras que en Masoch son frecuentes contratos de esclavitud, pactos, conveniencias, connivencias y otras sutilezas contractuales. En fin, la violencia de la demostración irrefutable frente a la conveniencia de la sugerencia especulativa. Pero dejémonos de plañideras tretas filosofástricas y abordemos el asunto mediante herramientas más poderosas y sinceras que encuentran en el sacro chascarrillo, la profana chirigota y la freaky chilindrina las tres puntas del azaroso tridente que constituye este innecesario blog:
¡Amez moi!!!
Leopold von Sacher-Masoch tiene una relación privilegiada con la historiología del rock and Roll, y no sólo porque su obra maestra tocayice con ese temazo de la Velvet intitulado Venus in furs, sino también por ser antepasado directo por vía materna de aquella mitad femme fatale mitad chearleeader de enfants que fuera Marianne Faithfull, musa de rostro agraciado inspiradora de toda canción setentera que incluya el nombre Mary. Masoch, en cambio, posee ese particular fenotipo de pirámide invertida, en el que una abultada frente domina sobre el resto de rasgos faciales, menguantes en gradiente hasta una ya casi irrealizable mandíbula, que es metáfora de la menguada voracidad vital tan frecuente en ese extraño género de prosistas de inflamado cerebro y pávido ánimo. Poca voracidad había de tener por fuerza quien tanto gozara en vida siendo, antes que depredador, presa despellejada por el látigo y el tacón de Venus cazadoras envueltas siempre en vestidos de pieles. Más de una vez se le oiría gemir pedigueñando como hizo en su postrero lamento aquello de "amez moi".
Masoch, constituye una especie única que discurre en paralelo con los santos próceres del martirio y la cruz. Busca el castigo que santifique el impulso del deseo contravenido por la purga de la deposición, en una recreación de lo divino. Ante la imposibilidad de hallar algo que supere su naturaleza moral, su ensoñación ideal le lleva a rebajarse ad infinitud para hallar el placer en la distancia a su particular etoile. No pudiendo encontrar algo en lo alto, se hunde para recuperar al menos esa perspectiva sacra pretendida por todos cuantos alzamos la vista al beber del porrón, comer calçots o apreciar castillos humanos. La diferencia estriba en que la recuperación de la perspectiva sacra en Masoch se fundamente en la cuadrúpeda genuflexión y en el lamer botas ajenas, santa rúbrica de autor esta que en nada desmiente la interpretación sobre la motivación última de sus procederes. A la edad de diez años, Masoch ya tenía un ideal. El mozo languidecía por una parienta alejada de su padre —llamémosla la condesa Zenobie– que le enrojecía el culamen renovadamente fusta mediante. Cuanto más le enardecía las nalgas más atractiva encontraba a su tía, que llegó a parecerle la más bella y al mismo tiempo la más galante de todas las mujeres del condado. Con una infancia así se entiende casi todo. Pero no por entenderlo dejan de sorprender ciertas cosas:
Wanda Sacher–Masoch explica la sorpresa que sintió al notar la nula afición de su marido por una amiga sádica; a la inversa de lo creído por neófitos, por lo visto el sumiso no ambiciona ser poseído por una naturaleza sádica. Lo que ambiciona realmente es formar una naturaleza, educarla y persuadirla con arreglo a su proyecto más secreto, un proyecto que fracasaría por completo ante una naturaleza cruel: la elevación de un ideal a deidad. ¿Y que pasa con el dominador? Es la victima de este tinglado, puesto que es obligado al ejercicio de su papel en un dominio total de su minusvalorada personalidad que se ve dedicada integramente extasis del otro. Es en ese momento cuando las mujeres dóminas de Masoch quieren huir conscientes de la peligrosidad de su situación, y es justo entonces cuando descubren con terror que el contrato que firmaron en el que Masoch se ofrece como esclavo es en realidad un contrato que las obligada judicialmente a ejercer de amas. Percibe la dómina entonces con claridad que se les ha arrebatado la voz, que la expresión del deseo del otro ha dominado más que la manifestación de la violencia propia, que el martillo que creyeron ser se ha convertido en yunque, que la cazadora ha sido cazada; y resuenan lás más enigmaticas palabras de Saccher cuando refería a que ninguna de sus mujeres-diosas fueron lo suficientemente fuertes como para emprender el proyecto secreto.
viernes, 17 de septiembre de 2010
Primicias
Hoy, zozobrado por la aflicción y la congoja que me ha provocado la noticia de que en determinadas facultades de Filosofía los dóminos y dóminas institutores de las preclaras asignaturas Filosofía del lenguaje y Teoría del Conocimiento ni domeñan la lengua ni demuestran posesión de conocimiento alguno, he sido acariciado por la remembranza de aquellos distinguidos profesores de antaño que sí eran sabedores de la responsabilidad que comportaba el ejercicio de su oficio: la transmisión del conocimiento y la labranza de las vetustas mentes de aquellos diletantes jóvenes de refulgente disposición que fuimos cuantos hicimos el ya fenecido el BUP y COU.
Un profesor de, pongamos por caso, Geología hubiese preferido arder en la pira inquisitorial de los peda-gogós próceres de la reforma antes que comulgar con oligofrénicas teorías sobre la economía del lenguaje y admitir la existencia de "las piedras". Y es que todos sabemos que el vocablo piedra es desdeñable por impreciso, y sustituible siempre por voces más refinadas y sutiles como: canto, china, guijo, guijarro, aerolito, cascajo, grava, quijo, casquijo, chusco o pedrusco. No es lo mismo que una cosa te alcance la cabeza a que te la alcance otra, como tampoco es lo mismo ser instituido como primera piedra de una iglesia a serlo como primer chusco, o como primer canto rodado (esto último hubiese cambiado la historia de occidente). De la misma manera, no es lo mismo subir montañas -cosa propia de analfabetos y pazguatos rozagantes- que remontar colinas, escalar collados, encaramar lomas, trepar oteros, coronar altozanos, encumbrar montículos, elevar cerros, pujar alcores o encarar prominencias -ocupaciones mucho más preciadas y propias de Bachilleres y de sonoridad bastante más épica.
Alguien podría pensar, equívocamente, que esta instrucción en la pertinencia del uso exacto del lenguaje de que disfrutamos los del 77 es el motivo por el cual ninguno de nosotros se extrañó, en aquella clase de Física nuclear, de que el profesor permaneciese callado durante 20 minutos delante de su audiencia mientras buscaba infatigablemente el adjetivo exacto, la invocación certera, la palabra mélica que conjurase y describiese perfecta y unívocamente a aquellas misteriosas partículas fundamentales conocidas por quarks. La verdadera razón por la que nadie rió en mi clase cuando después de minutos de carraspeos, fruncimientos de entrecejos, paseos nerviosos y expectoraciones el profesor alzó el dedo en admonición eurekastica y afirmó: ""ya lo tengo!! los quarks son ….PEQUEÑOS" es que esta historia nunca sucedió en mi clase, sino en la clase de mi otrora jefe. La Delicias se encargó de recordármelo el otro día, rapsoda toda ella, afirmando que ni el ajo se repetía con tanta frecuencia y variación como mis dislates, y es que mi desmemoria episodial me había llevado a contarle la misma anécdota por enésima vez con idéntica narración, pero con personajes cambiantes. Y la pregunta que elevo ahora mismo desde este blog innecesario es la siguiente: ¿Acaso tiene alguna importancia quien protagoniza una historia cuando la historia es en si misma reveladora y edificante más allá de su dramatis personae? ¿Alguien puede afirmar que he mentido al apropiarme una vivencia de mi jefe sin asegurarse previamente de que mi jefe no es también otro traicionero usurpador?
Humildemente creo que todo el mundo tiene un primo que tiene un vecino cuyo cuñado conoce a un señor Pérez al que le pasó un día alguna cosa. Cuando la noticia de lo que le ha pasado al señor protagonista de esta aciaga entrada se transmite de boca en boca, advertimos con desvelo que si bien, en el mejor de los casos, el suceso narrativo en cuestión se ha conservado inmaculado, el numero de actuantes pasivos sin ninguna relevancia en la historia que aparecen en el preámbulo se ha multiplicado inconmensurablemente. El antaño señor Pérez, protagonista de una historia, ha pasado a ser un señor oscuro y desdibujado, conocido como "el vecino del cuñado del abuelo al que cuidó la hermana de la novia de un amigo del camarero de aquel bar al que suele ir el hermano de ese tío que es medio tolaino" al que nadie, y digo nadie, conoce. Es decir, ha perdido cualquier posibilidad de identidad. ¿Porqué no inventarse pues la existencia de un primo, llamado Mi Primo, que protagonice todas las historias y cuya identidad no mude en la cadena de transmisión del mensaje? Al señor Pérez le importará tan poco el hurto de Mi Primo como el hurto de ese otro cenaoscuras que es primo del abuelo del camarero….etc con quien no debe sentirse en nada identificado.Y al fin y al cabo a cualquiera de mis primos, o a cualquiera de las tuyos, les importa un bendito carajo lo que vayamos por ahí contando de ellos. En mi particular caso el trato que tengo con mis primos es tan escaso como el que tengo con el señor Pérez…y pienso en este momento privilegiado que me contempla que precisamente todo esto debe explicar la etimología de la palabra primicia: cosas que le han sucedido a Mi Primo.
martes, 27 de julio de 2010
Insultos Españoles
La jerga íbera se determina por la amenidad y abundancia del léxico agraviante y por la gallardía y viveza de su enjundia. El insulto castellano es directo, franco, audaz y de rápido escarnio; y nos procura profusos instrumentos para iniciar la ardua tarea de retratar con la máxima precisión y probidad a nuestro mal amado Habermas, ese granuja disculpable, musa de esta bellísima composición que os ofrezco para que musiquéis a vuestro antojo y entonéis en momentos de desesperación o júbilo.
Eres un asnejón putiliendre
Un mangurrián peinaovejas,
Eres yaro y tuercebotas,
Eres rucio sin aliño,
Dejen comentarios y añadan estrofas.
Oh tú, Habemass…
Eres un asnejón putiliendre
de estulta bobalía,
un gaznápiro masturzo
de bucéfala ordalía.
Un mangurrián peinaovejas,
un impotente actor porno,
el tontivano aprendiz
de viceberzas de Adorno.
Eres yaro y tuercebotas,
fuñique y pelafustán,
ere múcula de zángano,
mamacallos y haragán.
Coro
¡Qué pavisoso saramugo!
¡Qué bucéfala putarra!
¡Qué tontucia la del jimbo!
qué abobada su panarra!
Eres rucio sin aliño,
tramoyero y boquicerdo,
eres perito de tonto
y catecúmeno de lerdo.
Eres funesto y adverso
émulo de pensador,
eres bobo empedernido
y enemigo de este blog.
Pavisoso y archipámpano,
muerde almohadas y culín,
xilófago tragasables
de la extirpe de Caín.
coro
coro
¡Qué pavisoso saramugo!
¡Qué bucéfala putarra!
¡Qué tontucia la del jimbo!
qué abobada su panarra!
Dejen comentarios y añadan estrofas.
miércoles, 7 de julio de 2010
Notas sobre Lucía Joyce
Me da mucha pereza escribir, pero más pereza aún me da explicar lo que escribo. Dadas las numerosas peticiones recibidas para que me explique un poco, me dispongo a explicar el primer párrafo del escrito de ayer. Si no tenéis suficiente, os jodeis y os alfabetizais!! Que es esa ignominia de decir que hablo sin decir nada y que nada en el texto anterior tiene sentido???
Por dos veces Joyce intervino en la designación de su hija. Él eligió su nombre y también su apodo. La primera vez se guió por sus fantasías y supersticiones, la segunda, por un afán en alterar la realidad mediante juegos lingüísticos de los que ni su propia hija escapó. No tuvo bastante con decidir su nombre una sola vez atendiendo a sus miedos y supersticiones, sinó que tuvo que darle un segundo nombre: Amazing Wilde.
1. "Cristianada Lucía en bastardía"
Lucía Joyce nació como hija bastarda, y hasta alcanzada ya la mayoría de edad no supo que sus padres no estaban casados. No había sido, por tanto, cristianizada tras su nacimiento. El impacto de la noticia en la psique de Lucía fue tal que Joyce y Nora tuvieron que proceder inmediatamente a las nupcias para dar reparación a la afrenta cometida. Utilizo cristianada por ser la negación-deformación de cristianizada, que contiene la palabra nada, que es lo que significó Lucía para todos, menos para mi (que la amo en la distancia porque era una fatalidad). Cristianada se podría leer también Cristi a nada, osease, a nada de Cristo (es decir, casi Cristo) pues por lo que sabemos, también Cristo fue un hijo bastardo (¿Acaso hubo nupcias entre María y Dios?) hermanado en santidad y en vía crucis terrígeno con Lucía.
2. "Por las ofuscaciones oculares del Padrón"
Así que la inscriben en el Padrón por ceremonia civil. La ofuscación del Padrón es propia de la institución dedicada a inscribir, registrar, denotar, designar y conjurar aquello que es indesignable e inconmensurable (como es el caso del ser humano) con una triste articulación de sonidos llamada nombre, a la que tendrás que responder de por vida y que no solo acabará conformando tu personalidad, sinó que se convertirá en tu identidad misma. Además, aquí, Padrón es el superlativizado Padre. Las ofuscaciones oculares de James Joyce, padre de Lucía, se refieren a su ceguera progresiva. Ceguera en un sentido metafórico y en un sentido literal. Joyce tenía el temor de transmitir su falta de visión a sus hijos, por eso la llamó Lucía, para que el nombre se convirtiera en una suerte de talismán de luz que alejara la oscuridad de los ojos de su primogénita. La ceguera en el sentido metafórico se refiere a la incapacidad de Joyce para apearse de sus principios, manías, supercherías o fanatismos anticatólicos característicos de todo exjesuita, incluso ante los ruegos de sus más allegados.
Antes de negarse a casarse haciendo bastardos a sus hijos, Joyce se había negado a rezar por su moribunda madre ante los ruegos desesperados de esta. Hasta los más iconoclastas anticlericales siempre le censuraron a Joyce semejante falta de humanidad (o de visión de la humanidad) y el mismo Joyce recibió la visita del fantasma de su lastimera madre en numerosas ocasiones y recordó aquel triste suceso toda su vida con remordimiento y culpabilidad.
3. "Rebabatizada Asombrosalviaje"
Por dos veces Joyce intervino en la designación de su hija. Él eligió su nombre y también su apodo. La primera vez se guió por sus fantasías y supersticiones, la segunda, por un afán en alterar la realidad mediante juegos lingüísticos de los que ni su propia hija escapó. No tuvo bastante con decidir su nombre una sola vez atendiendo a sus miedos y supersticiones, sinó que tuvo que darle un segundo nombre: Amazing Wilde.
La traducción al castellano: Asombrosa Salvaje también contiene una míriade de sentidos paradógijos ocultos. Me tomo la libertad de alterar la versión castellana de su nombre y designarla con Asombrosalviaje. En Asombrosalviaje encontramos asombrosa salvaje, como era conocida en la familia joyce, y también asombro salvaje, que se ajusta sorprendentemente a la descripción clínica del hebefrénico maniacodepresivo, pues pasa por fases de depresión profunda catatónica (y ya se sabe la cara de asombro de los catatónicos… boca abierta, ojos perdidos en el infinito..etc) y fases maniacas caracterizadas por compartamientos extremos y salvajes. En Asombrosalviaje también encontramos asombroso viaje, que es la mejor manera de describir el viaje a las profundidades de la mente de Lucía. Lo más sorprendente es que tambiém encontramos un criptograma: ambrosia o vejal.
No sorprende demasiado la aparición del nombre del alimento de los dioses del Olimpo, cosa esperable en tanto que lo que hace eternos a los Dioses es el lenguaje, la transmisión del conocimiento de sus existencias, y este era tambien el alimento de la polígota Lucía. Lo que escalofría es que vejal nos refiere a aquel cantar que se ajusta tan bien a Lucía Joyce.
"que el cerebro y el hierro se fundan en vientre de vuestro vejal, ciegos vamos sin armas que escudan nuestros pechos que sabrás vencer".
Lo de rebabatizada es solo juego de palabras joyciano con babas y con bautismo. En el bautismo, el agua, como elemento de purificación y vida, moja la cabeza del bautizado; como joyce moja con su baba incestuosa la testa de Lucía. Baba en sentido literal y en el sentido figurado. Si la baba es una secreción de la lengua, también lo es en cierto modo el lenguaje, y en consecuencia las ideas (y aún más las ideas sobre el lenguaje). Así pues nos hallamos ante un padre incestuoso, besucón y algo baboso que atornilla tambien las secreciones nouménicas de su lengua en la cabeza de su hija. ...Hay quien dice que james joyce estaba tan fascinado por Lucía como Lucía por supadre. Él la consideraba una verdadera luz esplendente y mantenía una comunicación cifrada con ella en un lenguaje secreto de multiples lecturas parecido a lo que se lee en el Finnegan's Wake. Por lo visto, Lucía llegó a superar al propio padre en el dominio de este idioma secreto, pero con un alto coste personal: la hebefrenia. Cuando James Joyce le comentó a Jung que Lucía era capaz de llegar más allá de lo que él era capaz, Jung repuso: sí, con la diferencia que en esas aguas en las que usted nada, ella se hunde.
Esto lo menciono más adelante en "allá donde él nada ella se vence en salobres, como inquiere Jung". Así pues, Lucía fue rebabatizada dos veces, dos veces le fue impuesta y de dos maneras una identidad ficticia creada por la fabulación del propio Padre.
4. "Por afinidad entre el dedal de Estevanus y la flatosa flor de seto"
Dedal Estevanus es una deformación de Stephan Dedalus, el protagonista del retrato del artista adolescente (alter ego de James Joyce) y Flor de Seto es el nombre que utilizaba james joyce para referirse a Nora Barnacle. Lo de flatosa lo añado yo haciendo referencia a esas cartas subidas de tono entre los dos en las que Joyce, algo coprofágico, hace mención a la delicia sonoro que son para el los pedos que Nora expulsa durante el fornicio. Parece ser que por cada envestida del Bardo, ella soltaba un pedo breve y sonoro. Así pue,s la relación entre los padres son en buena parte causa del tormento de Lucía, que el propio Samuel Beckett atribuía a que Lucía nunca pudo desarrollar su propia historia vital puesto que formaba parte de una historia mucho mejor que la propia: la mítica historia de James Joyce y Nora Barnacle.
5. "Nació bisoja Joyce Barnacle"
Ciertamente, Lucía no nació ciega, pero sí bizca. Su estrabismo le acompleóo grandemente en vida; perturbó su psique y su capacidad de relacionarse. El drama del bizco no es simpelmente el estético, al no poder saber cuando habla con nosotros un bizco, muchas veces este no recibe respuesta a sus interperlaciones. El bizco no es consiente de que la causa de nuestros silencios para con él es la poca empatia que sentimos ante aquel con el que es ocularmente imposible cruzar la mirada, por lo que se vuelve susceptible, introvertido y ensimismado, cuando no depresivo y esquizoide.
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