Sigo fascinado por las sugerentes insinuaciones y ramificaciones de esta inusitada locución que escuché por primera vez hace ya casi 20 años. El artista compositor de la rogativa fue el insigne Paco, otro compañero de atropellos infantiles al que el devenir lo situó en caminos tortuosos muy diferentes a los que yo había bosquejado para mi mismo. Nuestra amistad, si es que alguna vez lo fue, no resistió el paso del tiempo ni los aconteceres badienses, que nos situaron a cada uno en nuestro sitio, es decir, a los dos en la cloaca (sólo que la mía era una cloaca más perfumada).
Inventabamos por aquellos entonces juegos en un jardín que estaba justo frente mi casa. De vez en cuando, en medio del juego, veíamos a mi padre asomado a la ventana inspeccionando sus hortensias y sus rosales. La apariencia era algo sombría: un hombre mas o menos calvo (de Schopenhauer tenía el nombre y el peinado; y de Pessoa, las gafas y la figura) asomado entre el follaje del macetero moviendo la cabeza nerviosamente.
Ya está tu padre... ahí, asomado... con los cuernos en la maceta!!!
Escuchada la proferencia, todos reímos al unísono como embriagados beodos. Aunque apuesto que ninguno entendió los imbrincados sentidos secretos ni las infinitas lecturas que podían hacerse de la exclamación. Ahora recuerdo que, poco después, mi hermano y yo compusimos un epinicio intitulado Oh excelso Pérez de anteojos en pináculos hinchados que presentamos a un certamen literario escolar . Recuerdo varios versos, en uno de ellos incluíamos la famosa frase:
... Y asomado a la ventana yo te ví pasar, España!
con los cuernos en la maceta.
Para mí siempre fue imposible desentrañar el significado lógico del apotegma con los cuernos en la maceta, de ahí mi fascinación por ese ensartamiento, en apariencia absurdo, de vocablos que contiene, creo, la esencia misma del surrealismo continental. Hasta el momento he sido capaz de hacer las siguientes lecturas:
Lectura figurativa: Simplemente se hacía alusión a una composición estética desafortunada. Las macetas són elementos reales, en ningun caso simbólicos, y los cuernos una metáfora común que apunta a rizos capilares con forma de asta. Se pudo, entonces, haber dicho: Mira, ahi está tu padre, asomado a la ventana entre plantas tan tupidas que no dejan ver de él más que su pelo alborotado o también Mira, ahi está tu padre, asomado a la ventana, con el pelo más alborotado que los esquejes de la hortensia
Lectura psicoanalítica: Se revela la excesiva afinidad del padre con sus plantas y se señala que la multitud de cuidados que dispensa a los vegetales quizá no se corresponda con los que concede a su prole, que en ese mismo momento juega asilvestradamente a pocos metros de su progenitor sin recibir sanción alguna a pesar de sus comportamientos potencialmente letales para si mismos y para sus compañeros de juegos. En este sentido, con los cuernos en la maceta se convierte en un lamento, un queja rencorosa del buen amigo por la pasividad del padre ante el juego del hijo, a la vez que se insinúa un acto de infidelidad en el que el padre ama por encima de todo a las botánicas entidades. Se pudo, entonces, haber dicho: Mira, ahi está tu padre, asomado a la ventana sin ver del mundo más que sus plantas; y diríase por la devoción que parece profesarlas que es lo único que le importa en este mundo, y que su amor por ellas supera de mucho el que os pueda dispensar
Lectura analítica: Se denuncia la actitud vigilante del padre hacia el hijo. En este caso las plantas son solo el objeto tras el cual el padre intenta esconder su actitud de acecho constante hacia el hijo. Las plantas són solo el símbolo del pretexto, de la coartada, de la excusa... Fingiendo interés por las plantas, aunque desinteresado realmente por ellas, proyecta su conciencia vigilante más allá del aparente objeto de su análisis y lo posa innecesariamente sobre el hijo. Los cuernos son solo el detalle que desenmascara al padre, que descubre la falta a los demás y también a si mismo. La evidente connotación negativa del concepto cuerno en la tradición oral hispánica y sus evocaciones demoníacas muestran una desaprobación moral del que profiere la frase hacia el que porta los cuernos. Se pudo, entonces haber dicho: Mira, ahi está tu padre, espiandonos, vigilante, al acecho... como un demonio que se mueve en las sombras!!!
Pues eso, estulto lector, con los cuernos en la maceta yo te vi pasar España!