viernes, 4 de septiembre de 2009

Labio leporino, lengua viperina

Acto primero:
Un fútil autor consevador alemán, antes de palmar, publica un epítome de nulo interés destinado a pasar sin pena ni gloria por las librerias teutonas, antes de su inmediata descatalogación. Un hecho curioso hace centrar toda la atención mediática sobre la infumable composición: un celebérrimo intelectual ha interpuesto una demanda contra el autor y la editorial, y exige que se retire un párrafo concreto del libro en el que, según él, se le alude directa y maledicentemente.
Un tribunal alemán falla inmediatamente a favor del aludido y exige a la editorial Rowohlt la retirada inmediata de ese párrafo, bajo la amenaza de una multa de 250 mil euros. 
Acto segundo:
Algún periodista de sucesos se interesa por el caso y decide investigar la causa de la celeridad en el pronunciamiento del tribunal y el contenido del polémico párrafo. Ante su sorpresa descubre que el párrafo no mencionaba a nadie en concreto.
“…de hecho, uno de los mas afamados intelectuales del pais fue un convencido nazi que deseaba el triunfo de Adolf Hitler y anhelaba la cacareada victoria final”
Acto tercero
La editorial anuncia que recurrirá la sentencia, porque "no se cita en ningún momento el nombre del aludido denunciante. El contenido del párrafo es, además, únicamente una mención anecdótica de un hecho ya pasado". Se inicia una polémica en los medios de comunicación sobre el asunto. El denunciante, que es realmente considerado uno de los intelectuales alemanes más importantes vivos, nunca ha tenido sobre si la sospecha del filonazismo, porque se siente aludido entonces? La polémica se torna en chascarrillo jocoso sobre la vanidad del denunciante. Viñetas en periódicos lo retratan levantando la mano cuando se pregunta a una audiencia inmensa por el intelectual mas grande del país. El denunciante se justifica de la siguiente manera:
–"La acusación es falsa. Mi defecto físico, un labio leporino, hacía imposible que me identificara con la ideología nazi”
Acto cuarto
La editorial contraataca y presenta la siguiente información.
El denunciante del labio leporino tenía 14 años cuando mandó una carta a un amigo suyo, Hans-Ulrich Wehler, en un pliego con el membrete de las Juventudes Hitlerianas, donde ensalzaba el curso de la guerra y admiraba los avances de las tropas del dictador". El propio Hans-Ulrich Wehler, amigo intimo del exnazi confirma la noticia y cuenta que coincidiendo en una fiesta con el denunciante, y despechado por los desprecios a los que le había sometido el intelectual de postín, le mostró la carta escrita lustros atrás y le dijo ‘’recuerdas esto’’?
Al ver la carta, el hogaño intelectual comprometido con la democracia muda de rostro, tiembla, se crispa y se lanza sobre el papel cual felino ante la mirada sorprendida de los asistentes a la fiesta. Su labio leporino no le impide comerse literalmente el papel. Asistentes a la fiesta confirman la veracidad de este suceso.
El putecio falsario del labio leporino, predicante filosófico infatigable, escribe un vergonzante comunicado en el que habla de la juventud … de la dificultad de elección… de la confusión a esa edad etc etc…como tiempo atrás hiciera también el otrora perteneciente a las SS Gunter Grass.
Curioso que el leporino–nazi–labial haya tenido su justo escarnio en este blog antes de conocer su hipocresía, falsedad, doblez, y labialidad leporina. Sí, amigos, estamos hablando del infausto xilofágogo Habermas.