En la Francia ocupada del 1948, Céline recibe en su casa de campo la molesta visita del hipócrita Sartre, feo todo él como un malvavisco y tonto como un escarpín de doncel. El especulativo Sartre ruega a Céline que utilice su influencia en el Partido Nacionalsocialista para interceder por él a fin de que le permitan publicar su obra. Céline responde con fastidio a esta prerrogativa; en realidad, no tiene ningún ascendente sobre el partido y, en todo caso, sólo puede compartir con el Fuhrer el antisemitismo. A fin de cuentas le envía a pedir favores a otra parte, es decir, a la mierda.
Una vez liberada Francia, Céline cae en la desgracia del ostracismo y la repulsa; Sartre aprovecha la estigmatización a la que ha sido sometido el malogrado Ferdinang para vociferar desde su conocido periódico "Les temps modernes" que: “Si Céline pudo sostener las tesis socialistas de los nazis es porque le pagaron” ("Retrato de un antisemita" 1945).
Céline reponde:
"No leo mucho, no tengo tiempo. ¡Demasiados años perdidos en tantas tonterías y en prisión! Pero me presionan, me ruegan, me molestan. Es imperioso que lea, parece, una suerte de artículo, el Retrato de un antisemita, de Jean-Baptiste Sartre (Les Temps Modernes, diciembre 1945). Recorro esa larga tarea, le echo un vistazo, no es ni bueno ni malo, es nada, pastiche… “A-la-manera-de”… Ese enano de J.-B. S. leyó l’Etourdi, l’Amateur de Tulipes, etc. Quedó prendado, evidentemente, no sale más… ¡Siempre en la escuela este J.-B. S.! siempre con los pastiches, “A-la-manera-de”… También a la manera de Céline… y de muchos otros… “Putas”, etc. “Cabezas de recambio”… “Maïa”… Nada grave, por cierto. Arrastro en el culo una buena cantidad de esos “A-la-manera-de”… ¿Qué puedo hacer? Sofocantes, rencorosos, cagones, traidores, semisanguijuelas, semitenias, no me hacen ningún honor, no hablo nunca de ellos, eso es todo. Progenie de la sombra. ¡Decencia! ¡Oh! No le deseo ningún mal al enano J.-B. S. ¡Su destino ya es bastante cruel! Ya que se trata de una tarea, yo le habría dado con gusto siete de veinte y no se habría hablado más del asunto… ¡Pero en la página 462 el soretito me desconcierta! ¡Ah! ¡El maldito culón podrido! ¿Qué osa escribir?"
(...)
"J.-B. S habla evidentemente de sí mismo cuando escribe en la página 451: “Este hombre teme cualquier tipo de soledad, tanto la del genio como la del asesino”. Comprendamos qué quiere decir… Basándose en la fe de los semanarios J.-B. S no se ve sino como un genio. Por mi lado, y basándome en sus propios textos, me siento forzado a ver a J.-B. S como un asesino, e incluso mejor, como un maldito alcahuete, un repugnante, asqueroso, inmundo soplón, un cana con anteojos. ¡Ya me empiezo a embalar! No corresponde a mi edad, ni al estado en el que me encuentro… Iba a concluir ahí… asqueado, listo… Reflexiono… ¿Asesino y genial? Hay casos… Después de todo… ¿Será quizá el caso de Sartre? Asesino lo es, quisiera serlo, entendámonos, ¿pero genial? ¿La caquita que está en mi culo es genial? ¿Hum?… Vamos a ver… sí, cierto, eso puede hacer eclosión… dispararse… ¿pero J.-B. S? ¿Esos ojos de feto? ¿Esos hombros mezquinos? ¿Esa busardita? Tenia, seguro, tenia humana, ubicada donde ya saben… ¡y filósofo!…"
¿Quién no odia a Sartre? Al que no sienta, cuando ve su foto, la emoción humana y básica de la aversión, le concedo cinco minutos de mi propio tiempo para insultarle desde aquí. Acercaos cabrones.
Sartre, eres una tricotosa alepantada, un andova comeculos, un garabato mal hecho, un dibujo inanimado, una rana sin ancas que aprovechar. Ni en Filosofía se te tiene en cuenta. Eres el mayor cero a la izquierda (y a la izquierda estabas) que nos ha dado la humanidad. Eres el Señor de Bovuoir, eres la falda que le destapó la rodilla, eres un ser que ni siquiera es. Muérete todas las veces que puedas....ya que siempre has estado en lo del morir.