martes, 5 de mayo de 2009

El tercer hombre


Ahí lo tenéis, detrás de los que intentaron ser grandes.
La sombra de su sombra.
Habermas. Nació en aquel lugar donde nacen los que están muertos. Nació en el lugar donde yacen amenazantes los nosferatus en sus féretros enmohecidos. Y éste es el contexto de un tipo que, tras decidir dedicarse a ser muy amigo de Afdorno y Horkheimer, remató la teoría Kantiana hibridándola con la marxista o marxiana, como él la preferiría llamar.

Cuando era joven ya era viejo. Ahora que es muy viejo, simplemente está viejo. Y con viejo nos referimos a que, seguramente, debería de haberse retirado ya. Pero todo el mundo sabe que hay dos tipos de "personas" en este mundo que nunca mueren: los que dejan tras de sí la estela de su obra y los que, simplemente, nunca dan por acabada la suya; el resto está muerto. De éstos últimos hablamos. De éste último, más bien. Tras la decisión de no acabar nunca, este hombre se convirtió en el nuevo vampiro filosófico posmoderno. Y hoy, precisamente hoy, día cinco de mayo, dicen que le han visto dar una conferencia en el CCCB. A mí no me ha gustado, eso está de más decirlo. Pero tampoco es que haya asistido. En lo personal desconozco por completo su obra y sus tribulaciones; aun con todo y con eso afirmo tajantemente que estoy en pleno desacuerdo con todo lo que haya dicho y lo que pueda decir en tiempos venideros. Por lo que a mí respecta Habermas siempre será el tercer hombre. Primero yo, luego un gastrólogo gordo y, tan sólo después y en este orden, él. En ningún sitio. En el CCCB. Hablando de sus cosas. Batallitas, seguro. Un viejo nunca habla de otra cosa. Hoy se ha abierto más mi úlcera, como bien podréis comprobar. Me dispongo a mi diaria genuflexión reverencial al trono inodoro que es mi quimera y mi cruz. A trallar se ha dicho. Quizá mis vomitos biliares garabateen alguna letanía. Amén.

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